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Necesitamos sentirnos seguros y protegidos por los nuestros y esperamos que ellos reaccionen como refugio en momentos difíciles, pero a veces no es así, sintiéndonos solos y sin apoyo. Otras veces no es que no estén ahí en esos momentos, si no que son los causantes de los malos momentos y nos sentimos traicionados.
Cuando aparece la traición aparece también la barrera, que en palabras se traduce en: «Mejor solx que mal acompañadx», «Evito contar algo privado a alguien», «Creo que me gusta y por eso me voy a alejar»…
No hay mayor daño que el causado por una persona de confianza pero tampoco mayor bienestar.
Lo que hace la barrera es protegernos del daño, del dolor que nos puede causar la traición de un futuro amigx o pareja. Pero el precio a pagar es caro, porque nos impide conectar con emociones de calma, seguridad y bienestar que ofrecen los vínculos importantes. Y aunque te digas a ti mismo que no necesitas sentir esas emociones y que no necesitas lazos sociales, la realidad es que antes o después sentirás tristeza y soledad, porque estamos programados para conectar.
Alguno de mis pacientes que han tenido experiencias de este tipo, únicamente confian en sus mascotas y es entendible, porque proporcionan apoyo y aceptación incondicional. No hay posibilidad de que les hagan daño. Con las personas es diferente, implica un riesgo, nos puede salir «mal», pero también muy bien. Tratemos de no buscar evitar el dolor a toda costa si no de aprender a gestionarlo, tolerarlo y afrontarlo (si es que aparece).